Koko fue una gorila adiestrada por la doctora Francine Patterson y otros científicos de la Universidad de Stanford. La finalidad de su entrenamiento era poder comunicarse con ella mediante más de 1000 signos basados en el lenguaje de señas americano. Koko tuvo un gatito mascota y lo lloró cuando este falleció. Sus últimas palabras dirigidas al ser humano son estas:
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